martes, 27 de septiembre de 2011
lunes, 26 de septiembre de 2011
domingo, 18 de septiembre de 2011
sábado, 17 de septiembre de 2011
lunes, 12 de septiembre de 2011
Referentes del libro "Historia de la Fotografía en Colombia" Sady Gonsalez
Sady Gonsalez
Sady González Moreno nació en Bogotá, en 1913. Empezó como un modesto fotógrafo de cedulación y llegó a ser pionero de la reportería gráfica en Colombia. Trabajó como fotógrafo en todas las publicaciones importantes de su época: El Liberal, La Razón, Comandos, El Siglo y El Tiempo. En el plano internacional, sus fotos fueron publicadas por revistas tan conocidas como Life y Time. El Círculo de Reporteros Gráficos de Bogotá tuvo en él a un presidente de lujo. Durante 16 años fue fotógrafo de la Presidencia de la República. Murió en su ciudad natal en 1979.
Revista Número Ediciones publicó una antología de sus fotografías -con textos de importantes escritores colombianos-, en tres tomos que merecen estar en todas las bibliotecas, públicas y privadas.
Sady González Moreno hizo historia, probablemente sin saberlo, y él mismo entró en la historia como uno de los grandes fotógrafos de Colombia. Dejó un testimonio gráfico certero, valiente e invaluable de una Colombia que va desapareciendo, transformada por la rabia de la violencia que desató el 9 de abril de 1948 con el asesinato de Gaitán -que él supo registrar- o por la mal llamada «piqueta del progreso».
Sady retrató una Bogotá que más tarde íbamos a ver con nostalgia: por ser ya inexistente o porque, en vez de embellecerla, la volvieron más fea. Basta comparar el antes y después de la Plaza de Bolívar, La Rebeca (situada entonces en el Parque de la Independencia, a donde debería volver) o el entorno de la Biblioteca Nacional.
Sady González Moreno nació en Bogotá, en 1913. Empezó como un modesto fotógrafo de cedulación y llegó a ser pionero de la reportería gráfica en Colombia. Trabajó como fotógrafo en todas las publicaciones importantes de su época: El Liberal, La Razón, Comandos, El Siglo y El Tiempo. En el plano internacional, sus fotos fueron publicadas por revistas tan conocidas como Life y Time. El Círculo de Reporteros Gráficos de Bogotá tuvo en él a un presidente de lujo. Durante 16 años fue fotógrafo de la Presidencia de la República. Murió en su ciudad natal en 1979.
Revista Número Ediciones publicó una antología de sus fotografías -con textos de importantes escritores colombianos-, en tres tomos que merecen estar en todas las bibliotecas, públicas y privadas.
Sady González Moreno hizo historia, probablemente sin saberlo, y él mismo entró en la historia como uno de los grandes fotógrafos de Colombia. Dejó un testimonio gráfico certero, valiente e invaluable de una Colombia que va desapareciendo, transformada por la rabia de la violencia que desató el 9 de abril de 1948 con el asesinato de Gaitán -que él supo registrar- o por la mal llamada «piqueta del progreso».
Sady retrató una Bogotá que más tarde íbamos a ver con nostalgia: por ser ya inexistente o porque, en vez de embellecerla, la volvieron más fea. Basta comparar el antes y después de la Plaza de Bolívar, La Rebeca (situada entonces en el Parque de la Independencia, a donde debería volver) o el entorno de la Biblioteca Nacional.
Leo Matiz
Leo Matiz es uno de los fotógrafos más versátiles y singulares de la legendaria y memorable generación de reporteros gráficos que renovaron la escena del fotoperiodismo durante las primeras seis décadas del siglo XX en América Latina, Estados Unidos y Europa.
Matiz nació en rincón Guapo en 1917, una aldea de Aracataca, Magdalena, en donde proliferaba la exhuberancia del paisaje tropical junta con la modesta supervivencia de sus habitantes cultivadores de banano.
En su adolescencia viajó a Bogotá para laborar en el periódico El Tiempo y frecuentó la vida bohemia de los cafés con los pintores y caricaturistas famosos a finales de la década de 1930. Por exigencia de Enrique Santos Molano “Calibán”, abuelo de Juan Manuel Santos, actual Presidente de Colombia, Matiz adoptó la fotografía y consolidó en Colombia una reputación de reportero gráfico alerta con las situaciones y en un cazador penetrante del azar y las almas de los personajes captados con su cámara Rolleiflex.
Vital e incansable, igualmente obsesivo con la perfección en su trabajo de reportero, Matiz viajó de manera infatigable por los cinco continentes y volcó su talento igualmente como fotofija en el cine, la fotografía publicitaria, creador de periódicos y fundador de galerías de arte, exhibiendo por primera vez en 1951 al pintor Fernando Botero en la Galería de Arte Leo Matiz.
México, Centroamérica, Estados Unidos, los andes latinoamericanos, el Caribe, Palestina, Beirut, Tel Aviv y Venezuela, son algunos de los escenarios en los que revoloteó el alma indoblegable y apasionada del fotógrafo Leo Matiz, orientando su mirada hacia lo que Henri Cartier Bresson denominó “el momento decisivo”, ese instante irrepetible en el que convergen lo inesperado de la vida humana, una retina capaz de ir más allá de los visible y una sensibilidad extraordinaria para comprender el vértigo de la historia y el drama humano más allá del implacable ritmo de las rotativas de prensa.
Referentes del libro "Historia de la Fotografía en Colombia" Efrain Garcia
Efrain Garcia
Muchos son los fotógrafos colombianos posteriores a Ramos que han incursionado en la vida rural, algunos de los cuales han producido imágenes impactantes que reflejan no solo la pobreza y las duras condiciones que padecen los campesinos, sino también su orgullo, tradiciones e integridad. Entre ellos sobresale Edgar Garcia "Egar" quien aunque también se ha desempeñado como reportero gráfico, se intereso desde el comienzo el lo que en sus propias palabras:" porque el fotógrafo no puede ser indiferente a los problemas y uno se siente comprometido con ellos y porque la fotografía de denuncia, esa que a mi me gusta, tiene un gran valor histórico y social".
Muchos son los fotógrafos colombianos posteriores a Ramos que han incursionado en la vida rural, algunos de los cuales han producido imágenes impactantes que reflejan no solo la pobreza y las duras condiciones que padecen los campesinos, sino también su orgullo, tradiciones e integridad. Entre ellos sobresale Edgar Garcia "Egar" quien aunque también se ha desempeñado como reportero gráfico, se intereso desde el comienzo el lo que en sus propias palabras:" porque el fotógrafo no puede ser indiferente a los problemas y uno se siente comprometido con ellos y porque la fotografía de denuncia, esa que a mi me gusta, tiene un gran valor histórico y social".
Referentes del libro "Historia de la Fotografía en Colombia"
Luis B. Ramos
Luis Benito Ramos (Guasca, 31 de diciembre de 1899 — Medellín, 28 de marzo de 1955),
Luis Benito Ramos (Guasca, 31 de diciembre de 1899 — Medellín, 28 de marzo de 1955),
Ramos fue un amante de la belleza y de las artes. Así fue como el gobierno colombiano le otorgó, a él y a Adolfo Samper, una beca para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de París de 1928 a 1934. Fue allí donde conoció el trabajo fotográfico de Henri Cartier-Bresson y otros fotógrafos que le empezaron a definir un estilo y gusto propios.
A su regresó a Colombia, abandonó parcialmente la pintura para dedicarse a la fotografía. Durante diez años absorbió gran parte de su tiempo para dejar la pintura como un pasatiempo secundario. Ya en Colombia, sorprendió a los otros fotógrafos que todavía utilizaban equipos más grandes y pesados con su cámara fotográfica rolleicord que había comprado y aprendido a utilizar en Europa, lo que le permitió tener mayor libertad y versatilidad para la composición fotográfica. Más tarde utilizaría una cámara rolleiflex.
El 22 de agosto de 1938 Luis Ramos inaugura una exposición en el Teatro Municipal de Bogotá, celebrada en el marco del IV centenario de la ciudad, titulada 50 aspectos fotográficos de Colombia. Su obra estaba en correspondencia con la sensibilidad cultural nacionalista del momento, en una época en la que el regionalismo era la línea dominante en la producción artística. La crítica contemporánea reparó en la alta calidad de sus imágenes, que hoy permiten calificarlo como uno de los más importantes fotógrafos modernos activos en Latinoamérica en los años treinta del siglo XX.
Su trabajo presenta la vida y el quehacer del campesino y el trabajador. Viajó por los pueblos y los barrios de las ciudades capturando con habilidad la miseria, el dolor, el hambre, la angustia, la devoción, la belleza y el alma de las personas, situaciones y lugares. Además, combina la visión moral con la forma geométrica que caracterizó el trabajo de fotógrafos como Henri Cartier-Bresson en el que se intenta capturar el instante de verdad del país.
Entre 1934 y 1939 Ramos realizó una crónica sobre el hombre común del pueblo colombiano, en especial del ámbito rural, que fue profusamente divulgada en los semanarios ilustrados de amplio tiraje nacional. En 1937 la revista alemanaGebrauchsgraphik publicó una buena parte de su trabajo.
Benjamín de la Calle
Benjamín de la Calle (1869-1934) aprendió su oficio de fotógrafo con Emiliano Mejía, quien hacia 1882 abrió en la ciudad de Medellín un gabinete de fotografía y pintura artística después de estudiar en París. Las más antiguas fotografías de De la Calle indican que inició su oficio hacia 1897 en Yarumal, su pueblo natal, localizado en las tierras altas y frías del norte de Antioquia en Colombia. Allí y hasta fecha desconocida mantuvo abierto el estudio con su hermano Eduardo al trasladarse a Medellín, donde se radicó definitivamente en el populoso sector de Guayaquil un año después, para anunciar sus trabajos con el lema "Fotografía artística e instantánea" y "Todos los negativos se conservan".
Por la riqueza visual de sus trabajos, el despliegue de su singular personalidad en un medio que le permitió familiarizarse con sectores populares y gente del bajo mundo, y por los cuidados para identificar sus negativos las fotografías de Benjamín de la Calle son un invaluable recurso de la memoria visual de Colombia y de América Latina. Pues logró plasmar en imágenes lo llamativo de su época, cuando Medellín como otras ciudades latinoamericanas era una ciudad pueblerina que se insinuaba como uno de los principales centros financieros e industriales de Colombia y Suramérica con una naciente clase media urbana.
De la Calle ejerció la fotografía principalmente en su estudio, caracterizándose según el investigador Santiago Londoño por lograr una "estética del retrato". Superó las limitaciones del plano fotográfico al conquistar una tercera dimensión con llamativos y variados telones de fondo, objetos y disfraces, que permitieron a su clientela experimentar aventuras y cambios sicológicos en medio de fantasiosas escenografías. No obstante estos recursos gráficos que recrearon la autoimagen de las clases bajas y medias principalmente, Benjamín de la Calle dió un toque realista y crudo a la presencia de sus retratados, convirtiédolos en personajes. Entre ellos se encuentra lo más selecto de la burguesía de la región y del país, empresarios, políticos e intelectuales, pero también las mujeres, niños (vivos y muertos), familias del común, descalzos y descamisados obreros, campesinos, arrieros, artistas, personajes del bajo mundo urbano de Guayaquil, como prostitutas, trasvestis, desviados y anónimos, que cobraron con su imagen un lugar para la historia. Como parte de su evolución fotográfica, De la Calle no fue indiferente a los cambios en la fisonomía de Medellín, que pasaba de ser un pueblo grande a una ciudad propiamente. Fotografió sus conmemoraciones y eventos masivos, civiles y religiosos, sus trabajadores y fábricas, el comercio y sus calles, los nuevos símbolos del progreso como el tranvía eléctrico y el Ferrocarril, e incursionó en la fotografía publicitaria y documental.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)